Hace poco, mi esposa compró una camelina con la idea de que se enredase en el muro, venía pequeña, pero muy floreada, le compré sus abonos y la regué teníamos la ilusión de ver la casa con un intenso rosa mexicano.
¿Sabías que el color rosa mexicano debe su nombre a estos arbustos presentes en casi todo el país?

Al poco tiempo de haber sembrado la planta, tiró sus flores, creí que era la adaptación, pero pronto, se llenó de un verde intenso, sabía que la planta estaba sana pero sin color.
Mi esposa me contó que en el invernadero le dijeron que si quería flores necesitaba poca agua, pero si querías que crezca y tenga su color verde riegues con regularidad, sin querer había notado algo similar con una suculenta que cuidaba, un día que me fui de vacaciones vi que floreó, como si supiera que iba a morir y quería dejar un legado le comenté a un amigo que me asesoraba sobre el cuidado de estas.
“Ningún mar en calma hizo experto a un marinero” es la frase que suele decirme papá cuando las cosas no van bien, también podría decirme: “Si cuidas bien tu camelina nunca va a florear”, me parece curioso esa naturaleza que yo creía humana de dejar tu zona de comfort.
Sin embargo, una de las observaciones que también he hecho es que aquellas camelinas que tienen más flores, tienden también a generar más espinas, la sequía y el estrés nos hacen ser también cautos y desconfiados, queremos protegernos, queremos sobrevivir, aunque esto ocasione herir a quienes te cuidan.
Es verdad el comfort nos hace crecer, nos tiene cómodos, sin embargo, si queremos florecer en serio, necesitamos retos, necesitamos estresarnos un poco, solo ten cuidado de no herir a quienes te quieren.
Sin embargo, a veces sí prefiero mejor estar cómodo la verdad.
Chenbrimac
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